No voy a negar que de siempre me han fascinado las historias de fantasmas.
Pero a pesar de esta fascinación, encuentro en las apariciones de espectros más ingredientes de sugestión (individual o colectiva), folklore, tradición, creencias y determinados estados psicológicos que de puro y duro ectoplasma. La mayoría de historias con que me he topado tienen una base enorme en el rumor y apenas apoyo documental. Suelen haber ocurrido hace demasiado tiempo, o se dan en lugares remotos donde las gentes tienen otra percepción de la existencia y se dan los ingredientes adecuados para que los fantasmas se hagan "más verdaderos". Por simplificar burdamente, digamos que, en el mundo moderno occidental las historias de fantasmas no suelen salir del cine o de la literatura. Hemos exorcizado a los espectros con bastante efectividad en nuestros modernos y urbanos estilos de vida. Se dan, claro, excepciones de casos recurrentes urbanos, como las apariciones en hospitales. De alguna de ellas nos ocuparemos aquí en Sucesos para anormales.
Como decía, el fantasma aún no es precisamente urbano. Las casas encantadas suelen estar en pueblos o lugares apartados, no en las ciudades. Los fantasmas, al igual que los nuevos turistas de clase urbana media, gustan del ambiente rural, la tranquilidad y de las "piedras viejas" (graciosa expresión para referirse a las ruinas de un santanderino loco que me topé por aquí).
Los fantasmas también se empeñan en una existencia póstuma noctámbula. Por si esto fuera poco, casi invariablemente los fantasmas se hacen entender bastante mal, son poco elocuentes o sus extrañísimas voces les impiden pronunciarse con claridad (más de uno debería considerar bajarle la reverb o el eco a sus speeches psicofónicos). Con su imagen no es muy diferente: se muestran con frecuencia desenfocados o poco consistentes y más a menudo de lo deseable, sobre o subexpuestos. Lo que ya hace muy complicado el encuentro con un reviniente es que los reportes nos llegan a través de larguísimas cadenas de personas: el primo de la vecina de un tipo que alquiló su apartamento al cuñado de la peluquera y cosas así.
Obviamente aquí no vamos a llegar a ninguna conclusión sobre nada, pero sí que hemos de reconocer que la historia de fantasmas es un género con una entidad muy consistente (mucho más que la etérea naturaleza de los personajes de sus historias) y que la visión de aparecidos después de la muerte es un fenómeno común a todas las culturas y épocas. El hecho de ver fantasmas parece tener de alguna forma una función social: en muchos relatos de apariciones el fantasma trata de avisar o prevenir sobre una desgracia. ¿Quién no conoce alguna versión del autoestopista fantasma que avisa a quien le da "jalón" de la peligrosidad de cierta curva, salvándole la vida, para después desaparecer? En otros casos el fantasma parece estar ahí tan solo para espantar y mantener a la gente alejada de determinados lugares. Esto podría tener su origen -de una forma similar al empleo paterno del hombre del saco, del coco o la bruja- en una treta para procurar mantener alejada a la gente de lugares peligrosos o donde pudieran darse situaciones de peligro por ser aislados o remotos.
También se da el caso del fantasma que está ahí para forzar el aleccionamiento de una conducta moral. Tal es el caso de "la llorona", espectro conocido en algunas partes de latinoamérica, que suele presentarse como mujer de muy buen ver a solitarios borrachos que deambulan por las calles para después convertirse en una horrible bruja que mata del susto a quien la ve. El objetivo de la historia es claro: no andes bebiendo y pendejeando por ahí por las noches: vuelve a casa y atiende a tu familia.
Como iremos viendo existen fantasmas que están ahí para otras cosas: para guardar propiedades y tesoros, para conseguir que un vivo les ayude a ganarse el cielo, para vengarse, incluso para violar... sea como fuere hay que comenzar a ver a la gente del otro lado de una forma más amplia y reconocer que, en sus actitudes, se parecen muchísimo a la gente de este lado. Quizá así comprendamos mejor las historias que iremos compartiendo en Sucesos para anormales.
En breve presentaremos los fantasmas del vuelo 401, un caso de apariciones en un contexto excepcional: los aviones L-1011 de Eastern Airlines a principios de los años 70.
Nota: no, la foto no es un error.
jueves, 25 de septiembre de 2008
A propósito de fantasmas
Sección Cosas del más allá
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